lunes, 21 de febrero de 2011

Tecnología y desempleo

Por: Celinda Reyes Zavala
Se estima en 20 000 millones el número de mensajes diarios que cruzan los caminos de Internet a nivel mundial, pese a lo cual puede decirse que existe una flagrante desigualdad que afecta a decenas de países, principalmente subdesarrollados. El hecho de que estos equipos estén en constante desarrollo y alcancen cada vez mayor capacidad aunque declinen de precio, hacen difícil que puedan convertirse en un factor de progreso y cambio social.
Su generalización puede costar miles de millones de dólares, sin contar con el necesario reciclaje de sus usuarios y el cambio periódico de sus sistemas, proceso impensable en este momento de crisis económica y financiera universal, una de cuyas consecuencias es el desempleo creciente y masivo.
El impacto del cambio histórico pasa por procesos complejos de los cuales se habla poco, como es el caso de la cualificación imprescindible para su uso, obviamente de nivel superior, y el efecto de una mayor circulación del conocimiento, tanto en extensión como en rapidez. Todo esto modifica el poder que representa la informática. Cálculos estadísticos indican que una computadora es capaz de racionalizar 50 puestos de trabajo. Al principio, en los años sesenta, un microprocesador representaba cientos de transistores. Hoy hablamos de miles de millones en una lámina de silicón de un cm. de diámetro.
Hablar de los programas multipropósito, como el de los sistemas “Blackberry”, es entrar a otro mundo para el que hay que estar preparado. Igualmente, hay que considerar que el grueso de los equipos en uso son los móviles o celulares y no las computadoras, hechas a la medida para trabajos de estudio e investigación y menos para los juegos digitales y las charlas on-line. De todos modos, la comunicación altera el panorama de las relaciones y abre paisajes que pueden terminar en espejismos.
Hay otros aspectos importantes a tomar en cuenta, como es el hecho de los cambios facilitados por los sistemas en crisis, incapaces de modificar sus estructuras en situaciones normales. Un caso es la racionalización de puestos de trabajo y el diseño de nuevos medios de producción, situación que muchas veces provoca largas y lesivas huelgas que afectan el equilibrio capitalista. Declararse en bancarrota o reiniciar una nueva empresa es menos dañino para las inversiones de riesgo o los nuevos negocios. Un índice, para irnos acostumbrando, es ver en cualquier filme norteamericano largas salas de trabajo llenas de computadoras y teléfonos celulares, como si esa fuera la realidad última que debe regir nuestras vidas.
No olvidemos que este modo de trabajar y producir se corresponde con una nueva división internacional de la actividad laboral, de la nueva formación de clases y de la concentración del poder financiero y político, así como del saber y la información. Prueba de ello es que las fuerzas transnacionales, con Estados Unidos a la cabeza, acaban de sufrir una derrota de gran magnitud en la UNESCO en París, donde se efectuó la asamblea del Programa Internacional de la Información (PIDC), para elegir al presidente del organismo, el cual deberá regir la actividad durante los próximos cinco años. En este contexto es de máxima importancia que fue derrotado el representante de Suiza, candidato de Occidente, y electo el representante de la India, por primera vez un hombre del Tercer Mundo en los últimos treinta años.
Esto tiene especial significación en las circunstancias actuales porque la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, la cual se celebra cada cinco años, tuvo lugar precisamente en Suiza, del 10 al 14 de mayo, con el propósito de reconsiderar y readecuar las estrategias mundiales para el siguiente período. Este intento de Estados Unidos y los países europeos demuestra a las claras el papel que los poderes hegemónicos le tienen asignado a la informática y la computación en tiempos de crisis, en los que se decide calladamente el impacto social de las nuevas tecnologías del saber y el conocimiento.

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