jueves, 17 de febrero de 2011

La mujer y la educación superior

La mujer y la educación superior
Lic. MARITZA MESTANZA TEJADA
La participación femenina en el nivel superior, tanto universitaria como no universitaria, experimenta un incremento significativo. En el promedio latinoamericano, el porcentaje de mujeres jóvenes en la matrícula universitaria aumentó, entre 1970 y 1985, de un 35 a un 45%.
Según la Revista Iberoamericana de Educación, Número 6, Género y Educación. Septiembre - Diciembre 1994:
Hasta 1950, con la excepción de Costa Rica, Cuba, Panamá y, en menor grado, Uruguay, el porcentaje de mujeres en estudios superiores de la mayoría de los países latinoamericanos estaba claramente por debajo de su participación demográfica en la población total. Esto sucedía inclusive en la Argentina, donde la expansión del servicio universitario era muy avanzada para esa época. Tres décadas después, prácticamente en todos los países, exceptuando Colombia y Guatemala, las mujeres constituían más del 40% de la población estudiantil universitaria.
Este fenómeno redujo rápidamente la distancia entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo respecto del número de mujeres que poseen estudios superiores. Según una publicación de las Naciones Unidas, entre 1970 y 1984 su participación en la enseñanza superior se duplicó en los países desarrollados y se cuadruplicó en algunos países en desarrollo.
La situación de América Latina es particularmente relevante en este sentido. En efecto, el 33% de los países latinoamericanos matriculan en el nivel superior a 80 o más mujeres por cada 100 hombres, mientras que esto sólo se produce en el 21% de los países asiáticos, en el 23% de los países del Este y en el 2% de los africanos.
Aun cuando en el 40% de los países de América Latina el número de mujeres entre 20 y 24 años que cursan estudios superiores es ligeramente inferior al de los varones (Ecuador, 37%; Guatemala, 28.1%; México, 35.6%; Perú, 34.7%), en otros ellas están alcanzando la paridad o incluso los están sobrepasando (Argentina, 46.9%; Chile, 45.4%; y Brasil, 50%).
De todas maneras, y como en otros niveles de la enseñanza, uno de los problemas fundamentales que aún persisten es la orientación que dan a sus estudios y cuál es el sentido y el impacto de su paso por la universidad en la determinación de su estilo de vida y en su experiencia familiar y laboral futura.
Las informaciones regionales revelan que las mujeres optan preferentemente por las áreas correspondientes a educación, bellas artes y ciencias sociales. Sin embargo, en los últimos años se han experimentado algunos cambios. Un caso excepcional es Cuba: en 1988 el 55.3% de los graduados en ciencias exactas y tecnología eran mujeres.
En Argentina se puede hablar de un proceso paulatino de «desgenerización» de las carreras universitarias. En efecto, según un estudio reciente limitado a la Universidad de Buenos Aires, la proporción de mujeres graduadas con respecto a la de varones se duplica cada 15 años.
En 1936 se graduaba una mujer por cada 8 varones.
En 1951 se graduaba una mujer por cada 4 varones.
En 1966 se graduaba una mujer por cada 2 varones.
En 1981 se graduaba una mujer por cada 1 varón.
Carreras que durante siglos han sido «ghetos» masculinos como derecho, ciencias veterinarias y ciencias exactas se están transformando en «neutras» desde el punto de vista de la composición por sexo de la matrícula, mientras que otras, como medicina, se están «feminizando». En la actualidad y para el caso de la Argentina, las únicas carreras que siguen siendo mayoritariamente masculinas son ingeniería, con un 78% de estudiantes varones y agronomía, con un 68%.
Sin embargo -y este es un fenómeno que merecería una atención particular-, las carreras que históricamente han sido femeninas como las que integran la facultad de Filosofía y Letras, conservan ese carácter. Merece destacarse que Ciencias de la Educación es una opción prácticamente desestimada por los varones jóvenes.
El siguiente cuadro presenta la distribución de la matrícula de la Universidad de Buenos Aires por facultades, según sexo, ya que parecería estar marcando una tendencia aplicable a otros países.
Cuando analizamos el nivel superior es fundamental distinguir entre el acceso de las mujeres a las universidades y a los estudios superiores no universitarios. Históricamente, estos últimos han concitado el interés de amplias capas de la población femenina y continúan haciéndolo. Sin embargo, en la actualidad han perdido buena parte de su prestigio social constituyéndose, al menos en algunos países, en una opción sólo para mujeres de sectores medios bajos. En Chile, por ejemplo, ellas representan el 51% del alumnado de los institutos profesionales, y en Argentina alcanzan el 77.6% de la matrícula de este nivel.
A nivel internacional, la investigación sobre género y educación ocupa, hoy en día, un lugar destacado en el marco de la nueva producción académica sobre la condición de la mujer en la sociedad. En particular, son los países anglosajones y España quienes están a la vanguardia en cuanto a la calidad y cantidad teórica de los estudios en este campo.
Estos trabajos han contribuido con explicaciones teóricas sustantivas que exceden el tema específico de mujer y educación, para brindar un aporte innovador a la comprensión del fenómeno educativo en un sentido general.
Con respecto a América Latina, los avances de la investigación en «Mujer y Educación» son escasos en comparación a la producción en otros temas tales como mujer y empleo y mujer y salud. Asimismo, tienden a redundar sobre una gama reducida de problemáticas.
En los últimos años, las mujeres profesionales, su desempeño como docentes en los ámbitos académicos, sus motivaciones y experiencias laborales, familiares y personales, atrajeron a investigadores/as en el campo, del mismo modo que otros temas tales como la institucionalización y desarrollo de los estudios de la mujer en los ámbitos universitarios.

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