jueves, 17 de febrero de 2011

EDUCACIÓN Y COMUNICACIÓN

EDUCACIÓN Y COMUNICACIÓN
Lic. Maritza Mestanza Tejada
Hablar de comunicación y de educación como dos campos separados no tendría sentido en el mundo actual.
Más que nunca, la educación necesita de la comunicación, no solamente para romper los moldes que han terminado por aprisionarla y separarla de la posibilidad de crecimiento, sino también porque frente a la llamada “sociedad de la información” la escuela se ha quedado atrás en su manera de aprehender los nuevos procesos de la comunicación.
El modelo tradicional de la escuela ha recibido en los últimos años severas críticas por su incapacidad de evolucionar con la rapidez que requiere el desarrollo social y tecnológico. Modernizar el sistema educativo para adaptarse a la sociedad de la información se ha entendido a veces como una simple traslación de tecnologías. Se remplaza la tabla de multiplicar (que antes venía impresa detrás de los cuadernos), con calculadoras, y se introducen cámaras de video y computadoras para sustituir a los maestros, pero no se cuestiona desde adentro el concepto mismo de la educación.
El error más común que se comete actualmente es pensar que la introducción de nuevas tecnologías en la comunidad educativa (y en cualquier otra comunidad), es la respuesta adecuada frente a las presiones de la sociedad de la información. La “solidaridad digital” y otras expresiones que llevan el pecado original de su sesgo tecnológico, desvían el tema de la comunicación hacia el terreno de los aparatos.

La modernización requerida se entiende como un tema de dotar de tecnología a las escuelas y no de desarrollar en ellas procesos de comunicación como los que se requieren para que los educandos se adapten a los desafíos de una sociedad cada vez más determinada y modelada por la información y la comunicación audiovisual que se desarrollan en el espacio público y en el interior de los hogares.

La educación como proceso de comunicación (es decir, diálogo, reflexión colectiva, puesta en común, participación), es indispensable en una sociedad donde la escuela ya no es la que “forma” al individuo como se creía tradicionalmente.  La escuela no solamente no forma, sino que tampoco deforma. Su influencia actual es limitada, porque se ha quedado al margen de una sociedad donde los individuos y las comunidades están sometidos permanentemente a otras influencias que contribuyen en su formación (o deformación).

Mario Kaplún usaba expresiones como “se aprende al comunicar”, “conocer es comunicar” o “del educando oyente al educando hablante”, y afirmaba: “educarse es involucrarse y participar en un proceso de múltiples interacciones comunicativas”.
Mario Kaplún denominó “educomunicación”, y que es mucho más pertinente al mundo de hoy que el “edu-entretenimiento” que tratan de imponernos desde el norte, y que encaja muy bien con los objetivos de los medios masivos comerciales.
En el marco de la escuela tienen que darse condiciones sociales y éticas que favorezcan el aprendizaje como una actividad creativa, con la conciencia clara de que el aprendizaje es un proceso de toda la vida.  Para ello, tiene que existir confianza y voluntad de aprender no solamente en los educandos, sino también en los educadores.

En sus reflexiones sobre el aprendizaje como clave de la educomunicación, Daniel Prieto Castillo apunta lo siguiente:
“Es muy difícil aprender de alguien con quien poco me comunico, mal me comunico o no me comunico; “Es muy difícil aprender de alguien con quien no comparto tiempos, porque ni él ni yo los tenemos; “Es muy difícil aprender de alguien en quien no creo; “Es muy difícil enseñar, promover y acompañar el aprendizaje de las jóvenes y los jóvenes  estudiantes si ha sido minada mi voluntad de aprender.”

Las escuelas deben cambiar como proyecto educativo, no como infraestructura.  No basta aterrizar computadoras y conectividad con Internet, no bastan las cámaras de video y los estudios de radio.  Se necesita una escuela que promueva procesos de aprendizaje reflexivo y basado en la experiencia, relevantes socialmente, es decir, insertos en una realidad social más amplia.

La necesidad de que la institución escolar se adapte a las nuevas necesidades sociales, pasa por una revisión en profundidad del proceso educativo, que en muchísimos casos ha dejado de ser un proceso, para convertirse en una mecánica repetitiva, seca, desprovista de humanismo.
Educarse y comunicarse son dos caras de la misma moneda. Al  igual que la escuela, los medios públicos y ciudadanos, los medios participativos y comunitarios, tienen la función de desarrollar ciudadanos y construir ciudadanía, que es algo más importante que reproducir patrones de comportamiento. Los medios comunitarios no son solamente un vehículo para trasmitir información diferente a la de los medios comerciales y pertinente a las comunidades, sino que son en sí mismos procesos y prácticas comunicativas que contribuyen a construir tejido social. Los procesos de comunicación son componentes pedagógicos del aprendizaje.

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